Ésta ley es sencilla en su formulación, y clara de entender. Nos dice simplemente que aquello que enviamos nos viene de vuelta. Si hago el bien, recibiré el bien. Algunas tradiciones ponen un múltiplo a éste retorno, que puede ser de tres, siete o hasta diez veces la acción inicial, pero también indican que ésto no es exacto. La idea tras de ésto, similar a la doctrina del Karma, es que recibimos lo que damos, acercándonos entonces al tercer punto:
La Etica de la Responsabilidad por Uno Mismo
Éste punto también es sencillo, pero es uno de los más difíciles de aceptar. La formulación es igualmente simple que los anteriores: si hicimos algo malo, es culpa nuestra. Debemos hacernos plenamente responsables de nuestras acciones, y de las consecuencias que ellas tengan. No existen salidas fáciles como echarle la culpa a entidades externas malignas, por ejemplo "el diablo me hizo hacerlo".
La Etica de la Evolución Constante
La Ética de la Evolución constante nos indica que debemos usar lo aprendido para mejorar, en un camino de evolución espiritual. De hacernos responsables por nosotros, extendemos ésta ley para empezar a hacernos responsables también por nuestro entorno. No sólo tratando de mejorar personalmente, sino también respetando la naturaleza y a los demás, y tratando de que éste respeto se extienda.
La Etica del Armonía
El propósito de nuestros rituales es entrar en armonía con la Divinidad en cualquiera de sus tres aspectos, ya sea con el Sí Mismo Divino, el Universo o los Dioses.
Vemos las consecuencias del Sí Mismo como Divino en la ética de la Propia Responsabilidad: nosotros, y únicamente nosotros, somos responsables de nuestros actos, de nuestro cuerpo y de nuestros pensamientos. Así realizamos rituales para armonizar con éste aspecto, con ésa chispa divina que compartimos con el resto del Universo.
Lo que nos lleva a que el Universo en sí mismo es Divino. Sea ésta la concepción de la Tierra como un sólo y gran organismo viviente (Gaieismo), o de cada criatura, planta y roca individual como dotado de un espíritu divino (animismo), o de la divinidad de las leyes del Universo (Ciclismo o Totalidad cíclica).
La Divinidad de los Dioses está más allá de toda explicación; es, como en toda religión, una cuestión de Fe. A Ellos celebramos ritos, y los más intensos, los Sabbats estacionales, combinan así en un sólo rito la armonización con éstos tres aspectos: armoniza al Sí Mismo con los Dioses y su representación en el Universo, como ciclos naturales.
Cada uno de éstos aspectos de Divinidad goza de mayor o menor grado de aceptación entre las diversas tradiciones, y en base a ésto se celebran en rituales como unidad o a cada subgrupo por separado. Los métodos de armonización con cada uno de ellos varía: tanto puede ser danza, canto, baile, meditación, contemplación o ritual, dependiendo de nuestra disposición. También hasta actos simples, como por ejemplo las tareas cotidianas, pueden convertirse en pequeños rituales si los realizamos con la conciencia adecuada. Todo ésto nos ayudará a armonizar con cada uno de éstos aspectos de la Divinidad.
Podemos ver al primer punto nombrado aquí como el círculo en donde se inscriben las creencias, y a cada una de las restantes leyes como puntas del pentáculo, para facilitar el que los recordemos.
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